martes, 28 de febrero de 2017

El trasplante de médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical

El trasplante hematopoyético es otra opción de tratamiento que puede aplicarse en determinados pacientes. La médula del enfermo, productora de células malignas, es destruida mediante la administración de dosis altas de medicamentos y radioterapia, y reemplazada por una médula sana. Esta última puede proceder de un donante (trasplante alogénico), o bien del propio enfermo (trasplante autogénico o autólogo).
Si bien tradicionalmente los trasplantes hematopoyéticos se realizaban con progenitores hematopoyéticos de médula ósea (trasplante de médula ósea), en la actualidad se efectúan trasplantes con progenitores obtenidos de la sangre venosa, tras haber estimulado el paso de progenitores hematopoyéticos de la médula ósea a la sangre, y de la sangre de cordón umbilical, muy rica en progenitores hematopoyéticos, obtenida en el momento del parto.

Enfermedad Injerto contra Huésped (EICH)

La Enfermedad Injerto contra Huésped (EICH) es una complicación que puede ocurrir después de un trasplante de médula ósea, en el cual el material recientemente trasplantado ataca el cuerpo del receptor del trasplante.
El sistema inmunológico es la herramienta que utiliza el cuerpo para combatir las infecciones. Para que esta función se realice, lo que hace el sistema inmunológico es reconocer a las células dañinas como algo “extraño” y atacarlas. Cuando una persona enferma recibe las células madre del donante (el “injerto”), el trabajo de esas células es recrear las funciones del sistema inmunológico del donante en su cuerpo (el “huésped”).
Las diferencias entre la médula del donante y los tejidos del receptor hacen que con frecuencia las células T (un tipo de glóbulos blancos) de la médula ósea del donante reconozcan los tejidos corporales del receptor como extraños. Cuando esto sucede, la médula ósea recientemente trasplantada ataca el cuerpo del receptor del trasplante.
La Enfermedad Injerto contra Huésped puede ser aguda o crónica. Cuanta más incompatibilidad o emparejamiento incorrecto haya entre el donante y el receptor, mayor será el riesgo de EICH. Por este motivo, es fundamental que hayan más donantes de médula para que, en el caso de un paciente que no tenga un familiar compatible, poder encontrar el donante idóneo. Después de un trasplante de médula ósea, el receptor toma normalmente medicamentos para inhibir el sistema inmune, lo cual ayuda a reducir las posibilidades o la gravedad de la Enfermedad injerto contra huésped.
Uno de los objetivos principales de la investigación científica de las enfermedades hematológicas malignas es evitar la Enfermedad Injerto contra Huésped. El problema no sólo reside en conocer mejor el desarrollo de cada enfermedad sino también en desarrollar el control sobre las complicaciones más habituales, ya que muchos pacientes acaban falleciendo debido a una complicación, muchas veces de tipo infeccioso, y no a la propia dolencia. Este es uno de los retos del Instituto Josep Carreras de Investigación contra la Leucemia.

¿Qué enfermedades pueden requerir un trasplante de donante no emparentado?

El trasplante de médula ósea es uno de los tratamientos de elección en diversos tipos de leucemia pero ésta no es la única enfermedad que puede curarse mediante este procedimiento. A través de este documento queremos informar sobre las muchas dolencias que pueden curarse gracias a un trasplante de médula ósea alogénico (procedente de un donante, familiar o no emparentado) (1).
  • Las leucemias
Las leucemias agudas (leucemia linfoblástica aguda - LLA o leucemia mieloide aguda - LMA) suponen la mayoría de los casos para los que el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO) inicia una búsqueda de donante no emparentado. Por ejemplo, en 2012, ambos tipos de leucemia supusieron más del 45% de las búsquedas de donante iniciadas por REDMO.
La leucemia consiste en la proliferación incontrolada de una población anómala de células de la sangre. Estas células anómalas infiltran la médula ósea, impidiendo la producción de las restantes células normales, e invaden la sangre y otros órganos.
Habitualmente, las leucemias agudas son las que pueden requerir un trasplante de médula ósea. En muchos casos, las leucemias crónicas pueden controlarse mediante medicación.
Las leucemias que pueden ser susceptibles de que el paciente tenga que someterse a un trasplante de progenitores hematopoyéticos son: la leucemia linfoblástica aguda, la leucemia mieloide aguda, la leucemia aguda postmielodisplásica, la leucemia aguda secundaria y la leucemia linfática crónica.
¿Qué proporción de enfermos de leucemia requiere un trasplante?
No todos los pacientes con leucemia requieren un trasplante alogénico (de un donante) de progenitores hematopoyéticos. Por ejemplo, sólo el 10% de los niños que padecen leucemia linfoblástica aguda (LLA) se han de someter a esta intervención. Además, los pacientes con determinadas leucemias agudas, como por ejemplo la leucemia aguda promielocítica, actualmente no necesitan un trasplante alogénico. Es también el caso de la mayoría de leucemias crónicas como la leucemia mieloide crónica. Teniendo en cuenta esto y que los pacientes mayores de 65 años en principio no pueden someterse a un trasplante de estas características, podemos decir que un 20% de enfermos con leucemias agudas requiere un trasplante alogénico.
  • Los linfomas
Los linfomas son un conjunto de enfermedades neoplásicas (cáncer) que se desarrollan en el sistema linfático, que forma parte del sistema inmunitario del cuerpo humano. Existen dos grandes tipos de linfomas: el linfoma de Hodgkin (LH) y los linfomas no Hodgkin (LNH). Normalmente, no es tan habitual que los pacientes con linfoma de Hodgkin se sometan a un trasplante de donante ya que esta enfermedad puede remitir con tratamiento de quimioterapia y/o con un auto-trasplante de médula ósea aunque en casos en que no han funcionado estos tratamientos sí que se puede dar un trasplante de donante familiar o no emparentado. Por ejemplo, en 2012 el diagnóstico de linfoma de Hodgkin supuso un 5% de todas las búsquedas que inició REDMO.
En los linfomas no Hodgkin, un determinado tipo de linfocito se reproduce de forma incontrolada, causando con el tiempo el aumento de tamaño del órgano en el que se producen. Dado que el tejido linfático se encuentra en todo el cuerpo, los linfomas pueden aparecer en cualquier parte del organismo y diseminarse al hígado y a otros órganos y tejidos. Existen muchos subtipos diferentes de linfomas no Hodgkin  y algunos de ellos sí que pueden requerir un trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos. Los subtipos de linfoma no Hodgkin que con mayor frecuencia son tratados mediante un trasplante de progenitores hematopoyéticos son: los linfomas de células B, T o NK; el linfoma folicular, el linfoma MALT, el linfoma linfoplasmocitoide, el linfoma difuso de células grandes, el linfoma de células del manto, el linfoma de Burkitt, el linfoma anaplásico, el linfoma T-periférico, la micosis fungoide o Síndrome de Sézary y el linfoma hepato-esplénico.
¿Qué proporción de enfermos de linfoma requiere un trasplante?
Los linfomas y, en general, los síndromes linfoproliferativos, constituyen en la actualidad la causa más frecuente de trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos. En el caso del linfoma B difuso de célula grande (el tipo histológico de linfoma más frecuente), la indicación estándar aceptada por la mayor parte de organizaciones de trasplante y sociedades científicas incluye realizar trasplante en pacientes tras una primera recaída, algo que sucede en prácticamente el 50% de los pacientes con este subtipo de linfoma. En el resto de subtipos histológicos, la indicación depende de multitud de factores, de manera que la decisión de trasplante debe, en muchos casos, individualizarse y considerarse en el contexto de cada paciente.



http://www.fcarreras.org/es/trasplante